Cada país tiene sus peculiaridades, y aunque quizás sea falta de perspectiva, da la impresión que Chile se caracteriza por el unirnos en torno a tragedias. El accidente aéreo de los 21 de Juan Fernández es una más, un dolor más. Y aunque siempre es doloroso cuando cosas malas le ocurren a gente buena, como se dice, este tipo de cosas me deprimen un poco por razones diferentes. El mundo en el que sueño vivir no es un mundo donde se evita rescatar a los famosos, sino que es un mundo donde hasta el niño más pobre del último de los campamentos recibe el despligue de flotas navales, escuadrones aéreos y cientos de rescatistas. Aún el más pequeño de los meninos das ruas -quien realmente no deja de ayudar a los demás porque no quiera, sino porque es él el más desesperadamente necesitado de ayuda- no deja de ser recordado.
Muchas veces, eso es lo único importante.
Que seamos recordados.